La cinta Orígenes, dirigida por Mike Cahill y protagonizada por Michael Pitt (Ian Gray) y Astrid Bergès-Frisbey (Sofi), explora la frontera entre ciencia y espiritualidad a través de la investigación de la evolución del ojo humano. Aunque en apariencia comienza como un relato científico, la historia deriva en preguntas fundamentales sobre la vida, la muerte, la fe y la posibilidad de la reencarnación, todo ello simbolizado a través de la unicidad del iris.
1. Búsqueda científica y trasfondo espiritual
Ian Gray es un biólogo molecular especializado en estudiar cómo evolucionó el ojo con el objetivo de refutar argumentos creacionistas que sostienen que la complejidad ocular es “prueba de la existencia de Dios”. Su perspectiva inicial es puramente racional y científica: cree que si puede demostrar con evidencia concreta el origen biológico del ojo, estará también desmontando la base de la espiritualidad o la intervención divina.
Sin embargo, el desarrollo de sus experimentos comienza a entrelazarse con sucesos misteriosos que lo empujan a cuestionar su visión del mundo. En especial, la conexión profunda que percibe con Sofi —una mujer de creencias místicas y espíritu libre— lo sumerge en experiencias que no pueden explicarse solo con la razón.
2. El simbolismo del iris y el alma
La película gira alrededor de la idea de que cada iris es absolutamente único, como una “huella dactilar” del alma. Sofi sostiene que detrás de esos patrones singulares subyace algo inmaterial, acaso la esencia espiritual de cada ser humano. Para ella, la intensidad de sus sentimientos hacia Ian y la conexión que él percibe en sus ojos reflejan un vínculo destinado, como si existiera un lazo más allá de la explicación científica.
Conforme avanza la trama, el iris se convierte en una puerta de acceso hacia preguntas metafísicas: ¿qué pasaría si la identidad espiritual de una persona se manifestara a través de los ojos, y fuera posible reconocerla en otro cuerpo, en otra vida? Esa premisa se convierte en el motor que impulsa la segunda mitad de la cinta.
3. La pérdida y la búsqueda de significado
Cuando ocurre una pérdida trágica, Ian se sumerge en el dolor, dudando de todo lo que ha sostenido como absoluto. En este punto, el personaje deja entrever un cambio interior: a pesar de su formación científica, comienza a reconocer que hay experiencias que no se ajustan a un marco puramente racional. Esta crisis espiritual lo llevará a buscar respuestas donde antes hubiera sido escéptico.
La aparición de un indicio —un registro de un iris infantil que coincide con el de alguien que él conoció— desencadena la pregunta de si hay una continuidad del alma o la esencia de la persona en un cuerpo nuevo. Este indicio lo empuja a viajar y romper barreras personales, emprendiendo una especie de peregrinaje espiritual en busca de confirmación (o negación) de esta posibilidad.
4. La revelación: ciencia y fe convergen
En la recta final, Ian viaja a la India tras descubrir que una niña presenta un patrón de iris idéntico al de Sofi. Este encuentro lo enfrenta con su propio escepticismo: la ciencia diría que es prácticamente imposible encontrar dos iris idénticos en dos individuos diferentes. Sin embargo, la casualidad —o causalidad— lo arrastra a una experiencia intensa que remite al recuerdo y la presencia de Sofi en el interior de esta niña.
Ese instante crucial alude a una reconciliación entre el conocimiento científico y lo espiritual. No se ofrece una solución definitiva; más bien, la película deja espacio para la reflexión personal de cada espectador sobre temas como la reencarnación, el destino y la posible existencia de un orden más profundo que conecta a los seres humanos en múltiples planos.
5. Reflexiones finales en clave espiritual
- El ojo como símbolo: Representa la frontera entre el mundo físico y el universo interior. La evolución del ojo en la película sirve de metáfora para la apertura de una “visión espiritual”.
- La ciencia vs. la fe: Orígenes no presenta a la ciencia y la fe como opuestos irreconciliables, sino que sugiere un punto de convergencia donde ambos planos, el tangible y el trascendental, podrían coexistir.
- El poder de la experiencia: Para Ian Gray, las vivencias concretas —la conexión con Sofi y el hallazgo de un iris repetido— superan la mera teoría y lo obligan a revaluar sus certezas. La experiencia directa se convierte en una suerte de revelación personal.
- La continuidad del ser: El filme propone la idea de que el amor y la esencia de cada persona podrían trascender la muerte. La repetición del iris, si bien podría ser una coincidencia genética, en el plano simbólico sugiere la persistencia de algo más allá de lo material.
Orígenes utiliza la investigación científica de la evolución del ojo como un vehículo para plantear preguntas sobre la esencia humana, la conexión espiritual y la posibilidad de la vida más allá de la muerte. Su clímax invita a reflexionar sobre la reconciliación entre la razón y la fe, dejando abiertas incógnitas que resuenan en lo más íntimo del espectador.